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Por la crisis en Brasil, las terminales están importando mucho más de lo que exportan. Incumplen el flex. Les exigirán contratar garantía que asegure que pagarán las multas

Tras la firma, en marzo pasado, del acuerdo “1 millón” con el sector automotriz, el Gobierno convocó a la industria y al sindicalismo para el jueves a la primera reunión de seguimiento del convenio. Pero no los recibirá con las manos vacías. El cada vez mayor incumplimiento del “flex” valor que regula el intercambio automotriz con Brasil será uno de los ejes principales de discusión, ya que las importaciones de las terminales están superando ampliamente las ventas al principal socio del Mercosur y hay preocupación no sólo de los autopartistas locales sino también del sindicalismo.

Si por cada dólar que la Argentina exporta a Brasil debe importar u$s 1,5, la relación actual es cercana a 2. El flex acumulado, aseguran en la Asociación de Fabricantes de Autos (Adefa), es de 1,8. Y si bien el acuerdo automotriz con el vecino país vence recién en 2020, lo que les permite ir compensando el déficit, en el Gobierno creen que a este ritmo las automotrices no llegarán a cumplir con el acuerdo y quieren asegurarse de que terminarán pagando la multa correspondiente por ese desfasaje.

Fuentes del Ministerio de Producción adelantaron que en breve saldrá una resolución que obligue a las terminales a contratar una garantía adicional a la global que ya disponen por operaciones aduaneras para asegurarse de que se hará efectivo el pago de la multa al vencimiento del acuerdo.

De esta manera, el Gobierno envía una señal interna por el aumento fuerte de las importaciones, en tanto que obliga a las terminales a autoregularse. Sucede que al contratar una garantía por la deuda, las empresas deben agregarlo en sus respectivos balances, lo que “las fuerza a corregir de alguna forma esa contingencia”, dijeron fuentes del sector.

Los números de producción nacional de mayo resultaron más alentadores, así como también los de exportaciones, pero aún así, de las ventas locales, hoy el 70% es de origen importado, cuando históricamente el porcentaje era del 50%, afirmaron desde Adefa.

La crisis en Brasil hace que las terminales tengan excedentes en ese país que envían para la Argentina y, por el contrario, las locales exportan muchísimo menos por la merma de ese mercado. Por otro lado, los autos brasileños ingresan al país a valores mucho más competitivos que los nacionales, lo que también afecta la venta de vehículos argentinos en la plaza local.

Cuando la Argentina y Brasil firmaron el acuerdo automotriz, a mediados de 2015, el gobierno local resolvió no cobrarles a las terminales las multas respectivas por los incumplimientos previos del flex porque la idea es que lo vayan compensando durante los cinco años que durase el nuevo convenio. Sin embargo, desde Producción aseguraron que preveían un “mejor escenario en Brasil y que, a este ritmo, no llegarán a cumplirlo”.

Convenios laborales

La reunión del jueves será de seguimiento general de cada uno de los puntos acordados en el acuerdo, pero la idea es crear grupos de trabajo para avanzar en los distintos temas. Desde el Gobierno afirmaron que el sector privado se había comprometido a llevar una propuesta de reforma de los convenios laborales en conjunto con los sindicatos (Smata y UOM), pero desde Adefa aseguraron que no tienen nada concreto por el momento para discutir esta semana.

Desde la Asociación de Fábricas de Componentes (AFAC), su presidente, Raúl Amil, mencionó algunas medidas para discutir con la UOM y agregar al convenio colectivo de trabajo como un acuerdo específico del sector. “Si no modernizamos el convenio, será imposible mejorar el costo argentino”, afirmó Amil, quien repasó algunas de las ideas del sector, muchas copiadas del modelo español y muchas de las cuales algunas terminales ya las aplican. Por ejemplo, crear un banco de horas; fraccionar las vacaciones una vez que los trabajadores llegan a tener 4 semanas; fomentar la polivalencia y policompetencia y reducir la cantidad de delegados en las empresas.

Por Natalia Donato
El Cronista