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Para eso apuesta a la reducción de costos, al cierre de conflictos sociales y a mejoras de infraestructura

Apenas saliendo de la ciudad de Neuquén, los pinos y las viñas dejan paso al tal vez más crudo paisaje patagónico: durante kilómetros, en dirección al Noroeste, es difícil encontrar algo más que estepa. Pero para los neuquinos, y sobre todo para las empresas que explotan el petróleo y el gas de la región, la riqueza no está a la vista. Debajo de la superficie, a una profundidad de entre 2400 y 3500 metros, se extiende la roca más preciada de estos tiempos: Vaca Muerta. Una formación que se extiende por 36.000 kilómetros cuadrados sólo en la cuenca neuquina y que guarda dentro de ella la segunda riqueza de hidrocarburos no convencionales del mundo.

YPF está operando en 28 áreas de la cuenca (19 sola y 9 en asociación con otras petroleras) y, según anunció el CEO y gerente general de la empresa, Ricardo Darré, está terminando de diseñar un plan que prevé invertir entre 2500 y 4000 millones de dólares anuales a partir de 2019.

Llegar a ese punto no es un camino fácil, al menos mientras los precios internacionales del petróleo no despeguen desde su relativamente bajo nivel actual. Según relató Darré durante una visita al yacimiento de Loma Campana (unos 90 kilómetros al noroeste de la capital provincial), adonde acompañó a un grupo de periodistas, hoy la inversión por área ronda entre 1300 y 1500 millones de dólares. “Con el precio del barril rondando los 51 dólares y la prórroga del Plan Gas hasta 2021 [que garantiza a los productores un precio anual en descenso de 7,5 a 6 dólares por millón de BTU] mejoran las condiciones. Pero es necesario mejorar la actual estructura de costos. Por eso estamos firmando acuerdos de productividad con los gremios y las provincias [Neuquén y Chubut ya cerrados, y en negociación con Santa Cruz] para bajar los costos un 20%”, estima.

Por lo pronto, ya consiguieron bajar el costo de perforación de los pozos de unos US$ 19 millones, en 2013, a 11 millones, el año pasado, y este año lo bajaron a 8,1 millones. Es el trabajo que está dirigiendo Pablo Bizotto, director de Desarrollo de No Convencionales, que también participó de la visita.

Eso le permitió a la petrolera estatal encarar 13 pilotos de exploración y 6 ya en desarrollo productivo entre este año y el próximo, y planificar para 2019 5 pilotos y 17 áreas de desarrollo. “Si hacemos las cosas bien -dice Darré, en referencia a todas las empresas que operan en la zona (Exxon, Shell, Total, PAE y Wintershall, entre otras), vamos a dejar de comprarle gas a Bolivia desde la Argentina.”

El camino no será fácil. A los problemas estrictamente económicos se suman los conflictos sociales. Debido a los bloqueos al ingreso en algunos yacimientos por parte de comunidades originarias de la zona, que reclaman mayores compensaciones por el uso de la tierra, la empresa debió parar la producción en ocho pozos, con una pérdida estimada hasta ahora en US$ 89 millones. “En tres años presentamos más de 200 denuncias sin que haya habido ninguna acción de la Justicia ni del Gobierno. Mientras no afecten la seguridad de nuestra gente ni el medio ambiente, estamos dispuestos a pagar el costo económico”, dice Sebastián Mocorrea, vicepresidente de Comunicación y Relaciones Institucionales.

En un encuentro con el presidente Macri también le plantearon necesidades de infraestructura. Por ejemplo, las rutas provinciales 7 y 22, que llevan a los yacimientos, están muy deterioradas, sobre todo para el intenso tráfico de camiones. “También se necesitaría mejorar el transporte ferroviario, para facilitar la llegada de insumos, y la ampliación de la red troncal de gas”, dijo Darré.

Por Luis Cortina
La Nación